LOS
PÁRASITOS
Se define como parásito a todo ser vivo, vegetal o animal, que pasa toda, o parte de
su existencia, a expensas de otro ser vivo, generalmente más potente que él
(huésped), del cual vive causándole o no daño, que puede ser aparente o
inaparente, y con quien tiene una dependencia obligada y unilateral.
Tipos
de parasitismo
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Ciclos de vida del parásito:
1.
Ciclos directos (monoxenos): son aquellos en los que no es necesaria la presencia de un huésped
intermediario. Pueden ser cortos -donde la forma emitida es la infectante- o largos,
donde la forma emitida necesita un
determinado tiempo en el medio (generalmente el suelo) para transformarse en
infectante. En general, los parásitos con ciclos directos cortos son
cosmopolitas y los directos largos están condicionados por las situaciones
climáticas.
2. Ciclos indirectos (heteroxenos): son los que necesitan un huésped
intermediario para completar su ciclo. La presencia de estas parasitosis en un
área determinada depende de la existencia de ese huésped intermediario.
Características más importantes de los
parásitos:
Resistencia al medio exterior: para enfrentar
los factores climáticos y algunos agentes químicos, los huevos, quistes o
larvas se protegen con cubiertas proteicas que los hacen resistentes.
Patogenicidad: está relacionada con la morbilidad y la
mortalidad. Algunos parásitos son patógenos por sí mismos, y otros lo son,
dependiendo de las características del huésped; esto hace que un mismo parásito
pueda o no producir enfermedad. Por esta razón existen el portador sano y los
parásitos oportunistas, que se manifiestan en pacientes inmunocomprometidos.
Autoinfección: es la forma para que el parásito permanezca
por más tiempo en el huésped. Puede ser autoexoinfección, en la que está en el
exterior un tiempo muy corto; o
autoendoinfección, en la que se multiplica dentro del huésped, y la
recontaminación se hace en el interior del mismo.
Prepatencia: es el tiempo que
transcurre entre la entrada del parásito al huésped y la demostración de éste,
o sus formas de desarrollo, ya sea por la observación directa, estudios
bioquímicos, cultivos, etc.
Viabilidad: es importante que las formas emitidas al exterior por el
parásito sean viables a través de estructuras resistentes, tanto al medio como
a los huéspedes intermediarios. Se asegura de esta forma la continuidad del
ciclo y su permanencia.
Diapausa: es el estado en que muchas veces las larvas
de los parásitos permanecen en el organismo del huésped en forma latente
-encapsuladas o formando quistes- para evadir la respuesta inmunológica.
Longevidad: la longevidad de un
parásito admite dos formas: longevidad verdadera, cuando permanecen muchos años
en un organismo; o perpetuándose -por medio de la autoinfección- aunque el
parásito tenga vida muy corta.
Fecundidad: la capacidad para emitir determinada
cantidad de formas parasitarias le sirve al parásito para perpetuarse. Es útil
conocerla, ya que a través de ello (por ejemplo, en los helmintos, postura
diaria de huevos), es posible hacer el cálculo aproximado del número de
parásitos que infectan al huésped.
Evasión
de la respuesta inmune: cuando
un parásito entra en un organismo éste trata de eliminarlo al reconocerlo como
agente extraño, y aquél pone en funcionamiento una serie de elementos para
evadir el ataque, y poder así permanecer en el huésped. Desarrolla para ello
distintos “mecanismos de escape”, entre los que podemos citar:
1.
Producción de variaciones antigénicas en la membrana: el parásito posee en su superficie glicoproteínas
que funcionan como antígenos. Cuando penetra en el organismo elabora una serie
de estos Ag, y el huésped responde elaborando anticuerpos, pero cuando éstos
llegan al parásito ya se produjo una
variante en el código genético de las glicoproteínas, no pudiendo ser atacado.
2. Reclusión: el parásito se localiza en zonas de difícil
acceso para el sistema inmune: dentro de las células, formando quistes, o en
órganos como el ojo y el cerebro, que tienen baja respuesta inmunológica.
3. Rapidez de multiplicación: algunos parásitos pueden cambiar rápidamente
un estadio a otro, con velocidad mayor que la
que tiene el huésped para elaborar sus anticuerpos; en consecuencia, cuando
llegan para atacar al parásito no lo reconocen, porque el nuevo estadio tiene otros
antígenos.
4. Dinámica de membrana o capping: el parásito tiene Ag sobre su superficie,
el huésped genera Ac y se forman los complejos Ag-Ac, se produce un movimiento
de membrana y todos estos complejos se localizan en un punto, formando un
casquete o capping que es secretado, eliminado al exterior o fagocitado.
5. Liberación de factores bloqueantes: el huésped elabora anticuerpos para sito, y
éste responde liberando al medio sustancias bloqueantes que los inactivan.
El
huésped
El huésped es el individuo en el cual se
aloja el parásito y le proporciona condiciones para su subsistencia como
alimento, estímulo hormonal para su maduración sexual, y para su crecimiento o
simplemente protección. Se denomina huésped definitivo al que permite al
parásito desarrollar las formas adultas y sexuadas. y huésped
intermediario al que tiene formas en
desarrollo, o que se reproducen de manera asexuada. El huésped accidental es
aquél en el cual el parásito no reside comúnmente, porque las condiciones no
son adecuadas para su desarrollo, y en consecuencia no puede completar su ciclo
evolutivo.
Para que se produzca una parasitosis es necesario que confluyan varios
factores en el huésped:
Factores
genéticos y raciales: se observó
que determinadas razas se infectan más que otras, como también que dentro de
una misma comunidad, con individuos con las mismas características sociales y
raciales, algunos se infectan y otros no, lo que estaría relacionado con
determinados patrones genéticos.
Factores
nutricionales: la dieta y
el estado nutricional del huésped son de considerable importancia en las formas
clínicas de las parasitosis, tanto en la determinación de la presencia de
síntomas, como en la gravedad de ellos, ya que los parásitos para nutrirse, crecer
y, a veces, reproducirse, utilizan todos los nutrientes que les provee el
huésped. También los trastornos nutricionales graves pueden influir en la
resistencia del huésped, debido a sus efectos sobre los mecanismos
inmunológicos.
Factores
inmunológicos: entre el
huésped y el parásito se establece un equilibrio de inmunorregulación para que
ambos sobrevivan. Una vez que el parásito entra en el huésped, éste desarrolla
una respuesta inmunológica en la que participan anticuerpos, células efectoras
y complemento, y aquél desarrolla sus mecanismos de escape. Hay que destacar
que para cada pareja huésped-parásito hay un tipo de respuesta inmune y un
mecanismo de escape específicos. Existen distintos tipos de comportamiento
relacionados con la inmunidad:
1. Inmunidad esterilizante: el parásito enferma al huésped, luego éste se
recupera clínicamente y queda inmunizado contra ese parásito. Por ello no se
produce reinfección.
2. Inmunidad concomitante: es el estado de inmunidad del huésped a la
reinfección o superinfección existente, inducida por la presencia de una
población parasitaria tolerada por el huésped, contra una sobrecarga de esa
misma población. Este tipo de inmunidad no destruye a los organismos; la
respuesta inmune depende de la supervivencia dentro o sobre el huésped. La
inmunidad desaparece cuando son eliminados los parásitos y el huésped es
susceptible otra vez a esa noxa.
3. Inmunidad innata: es la
inmunidad presente en un organismo desde su nacimiento y comprende factores
genéticos, edad, desarrollo, cambios metabólicos y hormonales que tienen
influencia en el estado de inmunidad; más elementos como la piel y las mucosas,
que son barreras naturales.
4. Inmunodepresión: la
respuesta inmune se encuentra disminuida o inhibida en forma transitoria, favoreciendo
la permanencia y reproducción de los parásitos.
5. Factores etológicos o de comportamiento: están directamente relacionados con los
hábitos y costumbres del huésped. Saber cómo vive, cómo ingiere y prepara sus
alimentos, sus condiciones de higiene, etc., dan una información de cómo
adquiere las parasitosis, y es
información esencial para establecer una estrategia de prevención.
Factores sociales: existe una relación
directa entre parasitosis y condiciones socioeconómicas y culturales. Son
factores fuertemente predisponentes el hacinamiento, la falta de agua potable,
las viviendas deficientes, la
desnutrición y la falta de educación sanitaria.
El medio ambiente
El
medio ambiente relaciona al huésped con el parásito y puede ser un importante
factor determinante para que exista enfermedad por parásitos. Tres elementos
son fundamentales: el suelo, el agua y las condiciones geográficoclimáticas.
El
suelo: para determinadas
parasitosis, sobre todo las helmintiasis, el suelo se comporta como un huésped
intermediario ya que recibe heces o agua contaminadas con parásitos en estadios
no infectantes, y les ofrece condiciones de desarrollo, para que en determinado
tiempo se transformen en estadios infectantes. Además puede ser un excelente
medio para la conservación de estos últimos. Los factores del suelo que
favorecen la supervivencia de los parásitos son la humedad, la consistencia y
composición (humus, arcilla, etc.)
El agua: puede actuar como
vehículo y diseminante de determinadas
parasitosis; y ser necesaria para que los parásitos completen su ciclo
biológico por alojar y/o desarrollar huéspedes intermediarios.
Condiciones geográfico-climáticas: la humedad, las lluvias, la temperatura, la
vegetación, la latitud, la altitud, etc. pueden favorecer o entorpecer el
desarrollo de parásitos y sus vectores o reservorios animales, determinando así la distribución geográfica
de las parasitosis.
Prevención
de las parasitosis
La Organización Mundial de la Salud
estableció que, dado que las parasitosis son patologías con alto componente
social, podrían ser controladas, pero difícilmente eliminadas. Las medidas de
prevención están vinculadas a la modificación de los hábitos, la educación y el
bienestar de la población. Incluyen:
1. Disminuir el “fecalismo” ambiental a
través de medidas de saneamiento básico, como
facilitar el acceso al agua potable, la correcta eliminación de
excretas, etc.
2. No utilizar excrementos como abono para el
cultivo de hortalizas, ni aguas servidas para riego.
3. No
consumir carnes o verduras crudas.
4. Controlar los vectores mecánicos (moscas,
cucarachas) y los vectores biológicos (vinchuca, mosquitos etc.)
5. Desparasitar periódicamente a los animales domésticos,
sobre todo perros y gatos.
6.
Prevenir las parasitosis congénitas a través del control de la mujer
embarazada.
7. Evaluar parasitosis en dadores de sangre y
donantes de órganos.
8. Modificar hábitos de convivencia del
hombre con los animales, para evitar el contacto con las heces de los mismos.
9. Promocionar la lactancia materna, ya que
se ha comprobado que ésta protege contra determinadas parasitosis,
principalmente las que originan diarreas.
10.
Evitar el hacinamiento, que facilita el contagio persona a persona.
11. Hervir el agua de consumo por un minuto,
utilizando esta modalidad como norma, especialmente cuando la ingieran
lactantes y niños.
12. No caminar descalzo o con calzado abierto
en suelos de tierra o arena, sobre todo húmedos.
13.
Utilización de guantes y calzado cerrado siempre que se trabaje con la tierra.
14. Antes de utilizar abono o turba de río
comercial rociar el material con agua recién hervida.
15. Tratar de evitar que los niños jueguen en
areneros o patios de tierra. Si ello no
fuera factible, establecer un lugar delimitado para ellos, al que se rociará
periódicamente, si es posible en forma diaria, o en los períodos de clima
cálido y después de las lluvias, con agua recién hervida.
16. Colocar los juguetes de los niños al sol
las veces que se pueda, ya que la mayoría
de las formas parasitarias no resisten a la desecación y temperaturas
superiores a 50ºC.
TIPOS
DE PARÁSITOS
Existen muchos parásitos causantes de
afecciones en el ser humano, pudiendo agrupar a los más comunes en:
Protozoarios
o microscópicos:
Entamoeba histolytica.
Popularmente conocida como amebas, no pueden verse a simple vista y se
transmiten mediante consumo de agua y alimentos contaminados con excremento de
una persona infectada. En su fase activa (trofozoítos) viven en intestino
grueso, y tienen la capacidad de invadir y lesionar capas internas de la mucosa
intestinal produciendo úlcera o perforación. Están provistas de poderoso grupo
de enzimas que les permite abrirse paso entre tejidos, lo cual les permite
llegar a otros órganos, como hígado, pulmón y cerebro.
Ascaris lumbricoides.
Lombrices grandes y redondas (miden de 20 a
35 centímetros de largo) de color blanco o rosado, son visibles en excremento,
habitan el intestino delgado y se alimentan de comida semi digerida por el
huésped y, algunas veces, de células intestinales. Un gusano hembra tiene
capacidad de producir 26 millones de huevecillos y en promedio pone 200 mil
diarios, los cuales sólo pueden verse a través de un microscopio.
Enterobius vermicularis
Se trata de gusanos finos conocidos
popularmente como oxiuros, los cuales miden de medio a un centímetro de
longitud. Se desarrollan en intestino grueso y durante la noche, cuando las
personas infectadas están dormidas, la hembra deposita sus huevecillos en el
ano o genitales. Desde ahí, se propagan a la ropa de cama, además de que pueden
ser transportados por las manos del enfermo (cuando se rasca) a alimentos y
objetos personales. Ocasiona comezón, rechinido de dientes, dolor abdominal,
insomnio y mal humor; es más común que este tipo de infección se pre
niñossente.
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